viernes, junio 16, 2006

LA BONDAD ES SUFICIENTE O LA POLITICA COMO TELENOVELA

Manuel Gómez Naranjo
Mail: accicamp@cantv.net

La marcha de una sociedad es responsabilidad de todos; sin embargo hay unos más responsables que otros. El ciudadano de a pie paga sus impuestos y participa, auque sea de manera tangencial, de la vida comunitaria; pero las elites políticas, económicas e intelectuales –tanto los lideres nacionales como los dirigentes comunitarios- tienen una responsabilidad mayor por el impacto que sus decisiones y opiniones tienen sobre centenares o millones de personas.

El asunto es que entre las elites y también en el seno del pueblo llano, se suele argumentar que el pésimo desempeño de la sociedad se debe; no tanto a la incapacidad de quien dirige un país sino a su maldad. Puesto en estos términos, la ecuación es simple: los malos hicieron una conspiración para fregarnos la vida, ahora que están los buenos las cosas van a salir muy bien.

Desde esa simplicidad, es imposible diseñar soluciones capaces de interpretar la urdimbre de que está constituida la realidad; el mundo se reduce a una representación minimalista de buenos y malos: exactamente como en una telenovela. En las telenovelas los buenos sufren durante 159 capítulos como consecuencia de las trampas que hacen los malos, hasta que en el capítulo 160 se descubre la trama, los malos son castigados y los buenos son felices para toda la vida; la felicidad es tan absoluta y plana que sería aburrido seguir contando esa historia sin sobresaltos, por lo que la novela se termina.

En esa perspectiva de la política como telenovela, se asume que la bondad es suficiente para tener éxito; que los buenos (en el caso que efectivamente lo sean) están ungidos con una poción de infalibilidad que los hace invulnerables al fracaso. No hace falta buenas ideas, lo que efectivamente se requiere, son corazones benevolentes.

Se llega, incluso, a desconfiar del conocimiento con el argumento de que los muy informados suelen estar alejados del pueblo, razón suficiente para que entren en estado de sospecha; ni más ni menos que uno de los lemas entre los fascistas europeos: “cada vez que escucho la palabra cultura me llevo la mano a la pistola”.

El Ogro filantrópico

Dice el refrán popular que “cuando la limosna es grande hasta el santo desconfía”. Detrás del amor dispendioso por el pueblo casi siempre se encierra la tentación de embridar su voluntad a los intereses y a la pasión por el poder de aquel que se autoproclama su protector; la generosidad de los líderes se convierte en un soborno material o afectivo para aniquilar la libertad individual.

Desde luego esa conexión del pueblo con sus líderes se impersonaliza y manifiesta en la relación de ese “remedo de ciudadanía” con el Estado: por un lado, estos ciudadanos mutilados que sustituyen la exigencia de sus derechos por la súplica y el soborno, y por el otro, el Ogro Filantrópico encarnado en el Estado que devora las resistencias políticas e intelectuales; el Ogro voraz que engulle las organizaciones comunitarias y los movimientos populares para ponerlos al servicio de la ideología que alimenta el sistema de poder.

El Ogro a secas requiere de una red institucional para la aplicación eficaz de la violencia, mientras que el Ogro Filantrópico necesita dinero, y una manera de proveérselo, es administrando los recursos de una nación o quitándoselo a los particulares, el resultado: el Estado patrimonialista. En un régimen patrimonialista el jefe del Gobierno administra los bienes como si fueran su patrimonio personal con la particular característica de que la única rentabilidad que se procura es política, de allí que dispone, regala, premia y castiga con cargos al patrimonio público. Por otro lado, el cuerpo de funcionarios y empleados gubernamentales – como dice Octavio Paz- “desde los ministros a los ujieres, de los magistrados y senadores hasta los porteros, lejos de constituir una burocracia impersonal, forman una gran familia política ligada por vínculos de parentesco, amistad, compadrazgo, paisanaje y otros factores de orden personal. El patrimonialismo es la vida privada incrustada en la vida pública”.

¿Ciudadanos o Siervos?

Si la verdad existe sería justo decir una: la bondad no debe ser condicionada, debido a que el verdadero acto de dar no espera retribuciones porque degeneraría la sustancia de que está constituido. El agradecimiento es humano pero el recibir no trae aparejado obligaciones que anulen la libertad individual.

Ahora bien, ¿es posible construir ciudadanía cuando el Estado es una maquinaria fabulosa de compra de voluntades? La respuesta tiene que ser un “sí” rotundo; sin embargo, el camino es fatigoso porque los Estados patrimonialistas son estructuras premodernas y feudales en la que escasean los ciudadanos y abundan los siervos.

La mayor dificultad está en rescatar la autonomía personal y organizacional; en ese sentido, el papel de la Sociedad Civil debe ser esencialmente contracultural, constituyéndose en una generadora pertinaz de cuestionamientos al poder. Se trata de apelar al bien supremo: la libertad. ¿Pero qué es la libertad? Octavio Paz nos lo dejó dicho: “la libertad es una posibilidad que se actualiza cada vez que un hombre dice NO al poder, cada vez que unos obreros se declaran en huelga, cada vez que un hombre denuncia una injusticia”.

LA VOCACION EN LA DOCENCIA

Prof. Nixa Olivares: Estudiante de la Maestría en Gerencia Administrativa
Universidad Rómulo Gallegos – Altagracia de Orituco

Todo ser humano nace del amor, esta hecho para el amor y el amor en el más verdadero sentido de la palabra esta hecho para darse, entregarse, servir, sacrificarse, consolar, suavizar, dulcificar las asperezas de la vida; para hacer posible las cosas imposibles; para dar la vida pedacito a pedacito, por la felicidad de las personas amadas.
Al igual que la vocación del docente debe ser de amor, ya que esta implica el servir a los demás y no es solo facilitador de conocimiento, un docente debe ser transmisor de valores y de criterio que disciernan entre el bien y el mal, amigo y padre para sus alumnos.
Es por esto que hoy les hago un llamado a mis compañeros de la docencia, cuando veo que todo el respeto a los demás, compañerismo se ha perdido y no es solamente docente – alumno sino que también docente – a docente. Actualmente se escucha se ve y se siente que en muchas escuelas se vive en una constante guerra, por el simple hecho de que cada uno quiere tener el poder, nos hemos vuelto ambiciosos y egoístas donde a muchos no les importa a quien puedan llevarse por delante con tal de conseguir su objetivo.
Y es aquí donde yo me pregunto como vamos hablar de valores como vamos a rescatarlos si nosotros mismos no lo practicamos, como exigimos sino lo poseemos, es hora de que despertemos y pensemos un poco en lo que estamos haciendo, somos educadores y debemos comportarnos como tal, como lo dije anteriormente de verdad estamos capacitados para ser educadores o estamos aquí por el dinero, por el facilismo, si es así pensemos y no sigamos haciéndole daño a tus colega y al futuro de Venezuela que se encuentra en tus manos.
Es por ello que necesitamos recursos humanos comprometidos y con vocación de servicio para rescatar los valores morales ya que solo es posible a través de la educación, debemos hacer un esfuerzo, crearnos nuevos retos, hay que sembrar ahora para que en el futuro podamos ver todos los frutos.

jueves, junio 15, 2006

LOS VALORES PILARES FUNDAMENTALES DE LA SOCIEDAD

Lic. Yumary Graterol: Estudiante de la Maestría en Gerencia Administrativa
Universidad Rómulo Gallegos – Altagracia de Orituco.


Uno de los pilares fundamentales de la sociedad son los valores, estando éstos enmarcados en una serie de normas establecidas por la sociedad, con el fin de orientar la vida del individuo. Es por ello que sin buenos principios, nuestra existencia es poco más que una lucha encarnizada por sobrevivir. En efecto los valores aportan sentido a la vida y, además establecen prioridades, límites morales y reglas de conductas.
Los valores se hacen propios de cada individuo. Cada uno de nosotros los piensa, los siente los pone en práctica como si fueran exclusivos suyos.
Es responsabilidad de todos darles a conocer e inculcarles a la juventud de hoy en día valores como el amor, bondad, responsabilidad, constancia, generosidad, humildad, respeto, entre otros. Los cuales conllevan a vivir en un mundo mejor lleno de paz, armonía y de sueños hechos realidad.
Es importante resaltar que los valores representan una guía que permite asegurar la felicidad deseada. Cuando logramos una meta y la hemos alcanzado a través del camino del bien nos sentimos bien con nosotros mismos, porque gracias a esos valores que aprendimos en el hogar y en la familia vemos cristalizar cada meta trazada.
Dada la importancia de los valores en todos los ámbitos de la vida padres, representantes y docentes deben promover la educación en valores que comprenda la formación plena del individuo, y a su vez permita configurar la identidad del ser humano en crecimiento.
Por último debemos tener presente que una sociedad que quiere construir futuro cultiva sus valores.

domingo, junio 11, 2006

TOMUZA

La voz de origen aborigen “Tomuza” ha sido usada en Venezuela desde tiempos remotos para significar pelo desordenado, es una voz cuyo etimología original en lengua arawac significa “montaña” dicen algunos especialista, sin embargo los venezolanos la entendemos como cabellera abundante y desordenada, recordemos la moda de los años 70, cuando los jóvenes de entonces llegaron a usar unas enormes “tomuzas” que eran conocidas como afros.
Sin embargo detrás de su significado hay unos códigos que debemos desclasificar cultural e históricamente puesto que se trata no de una simple voz o de una toponimia cualquiera.
La designación de tomuza, “pelo abundante o desordenado”, viene muy probablemente por la manera como los aborígenes tomuzas usaban su pelo, y quizás el sentido peyorativo viene de la visión racista de los grupos sociales dominantes de la época de la colonia, significado que hoy día se mantiene en el habla coloquial venezolana. Escuchamos con frecuencia decir a las madres “Muchacho péinate esa tomuza” “Córtate esa horrible tomuza que pareces un indio”. Sobran las explicaciones.
Los aborígenes tomuzas fueron una nación que por el territorio ocupado y por los registros de cronistas de la “conquista”, dieron mucho que hablar y mucho que lidiar a los españoles de los siglos XVI, XVII y XVIII y cuya historia fue enterrada con la misma intensidad con que trataron de borrar las huellas de los tomuzas por los que escribieron la historia de este país.
Deducimos, con todo el riesgo que ello implica, que los tomuzas derrotaron a los españoles militarmente durante los dos primeros siglos de guerra hispano aborigen, especialmente después que estos aprendieron a usar y a fabricar la pólvora, adquirieron y usaron armas de fuego de la época, por lo que dicen los registros de los cronistas españoles, y solo fueron derrotados culturalmente por los religiosos franciscanos dominicos, quienes en campañas de evangelización se internaron en un territorio de “indios de guerra” que abarcaba todo el territorio norte del hoy estado Guárico, Barlovento y parte del noreste del estado Anzoátegui, territorio inexpugnable e infranqueable protegido por una serie de grupos étnicos naturales liderados por los tomuzas.
Fueron estos “indios de guerra” un verdadero dolor de cabeza para las autoridades españolas en tanto que la colonización del oriente y el dominio de los llanos resultaba una prioridad comercial por el cuero de ganado y otros productos que era mercadeado a Cuba, Santo Domingo y Puerto Rico y extraídos de estas tierras con el sudor de los indios y los negros esclavos.
Fue con las palabras dulces y la mansedumbre de los dominicos como los tomuzas fueron exterminados, largados a los lugares más intrincados de las montañas del hoy estado Miranda, sometidos, divididos y confinados a las minas a Apa y Capara. Minada culturalmente la nación Tomuza, se desorganizó y dejó de ser un “peligro” para los intereses de la Corona española.
Hoy para significar “tomuza” además de la designación de pelo desordenado, queda una toponimia cuyo nombre es “La Tomuza”, se trata de un caserío en un centro de montaña cercano al cerro El Bachiller en el Municipio Pedro Gual del estado Miranda, que de casualidad no fue borrado del mapa por los bombardeos de los camberras contra las poblaciones campesinas herederos los fieros “indios de guerra” que apoyaban al movimiento guerrillero de los años sesenta y desde donde operó el Frente Guerrillero “Ezequiel Zamora”.
Los venezolanos y venezolanas de hoy, tenemos en los Tomuzas las virtudes de un pueblo que resistió victoriosamente durante más de dos siglos la afrenta contra la libertad de un pueblo que trataron de imponer los “conquistadores” y que lejos de darle un significado peyorativo a esa palabra es motivo de orgullo y de dignidad.

Aldemaro Barrios Romero
aldemarobar@yahoo.es