miércoles, junio 04, 2008

UNA UTOPÍA AMBIENTAL PROYECTO DE RECUPERACIÓN INTEGRAL DEL RÍO ORITUCO?

Por: Ambientalista Carlos Guariguata

En el Sector del Zanjón de Caramacate. Cuenca Alta del Río Orituco. Las fronteras agrícolas le ganan terreno a los programas de reforestación.

A finales del mes de marzo, recorrí el área de la Cuenca Alta del río Orituco, específicamente el área denominada Zanjón de Caramacate y la vertiente Sur de la Fila de Uverito. Y es triste poder ver y contactar, que a pesar de los grandes esfuerzo de inversión que se ha venido realizando por parte de la Alcaldía del Municipio Monagas, en recursos humanos y económicos, en pro de preservar y recuperar este sector de la Cuenca alta del río Orituco, con la implementación de actividades ambientalistas, dirigidas a la reforestación de su bosque de galería e impulso de cultivos comerciales (Café y Cacao); con la finalidad de mejorar sus condiciones naturales y con ello beneficiar el abastecimiento de agua hacia los pobladores que hacen vida en este municipio aguas abajo. Los resultados no son los más óptimos desde el punto ambiental y administrativos.

El proyecto de Recuperación Integral del Río Orituco, surgió como una alternativa en pro de la necesidad de preservar el agua de nuestro municipio, a través de la recuperación boscosa de las cuencas que integran nuestro principal reservorio de agua, pero, a 2 años de haberse ejecutado, al parecer, se impone por parte de los que habitan en esta zona, la necesidad de optar por tener nuevas áreas donde seguir explotando sus cultivos (Apio, Caraota, Ajíes, entre otros). Reconozco el enorme trabajo que se ha realizado desde la coordinación del proyecto por parte de la alcaldía y el rol que ha asumido un grupo de personas de esta área, en pro de recuperar esta micro cuenca, a través de la implementación de viveros, siembra de plantas, Cursos de control de incendios, creación de brigadas contra incendios, construcción de líneas de defensas (Corta fuego) en la zona, pero todos sus esfuerzos han quedado en las cenizas del fuego que aun continúan enlutando estos suelos. Enorme recursos económicos y humano yacen en estas cenizas y por el contrario, los resultado son que han surgidos nuevas fronteras agrícolas, las talas y la quema es el orden de cada día, estadísticamente hay un incendio diario en esta zona, y entre el crujir de sus llamas y el avance feroz de la candela, perece todo este esfuerzo que se está invirtiendo en la cuenca, posiblemente, ya se habrán abierto numerosos procedimientos administrativos y quizás hasta penales, pero el daño se ha generado y los recursos económicos que se orientaron hacia el rescate de la Cuenca Alta y Media del Río Orituco, cada vez más merma, sin que se haya logrado alcanzar el objetivo. Posiblemente habrá retractores de lo que aquí expongo, es mi visión de los hechos, pero si hay duda de lo que aquí está plasmado, solo basta llegarse a la zona y ver el triste panorama que allí se presenta.

Los que me conocen, reconocen de sobra mis reiteradas luchas ambientales en pro del resguardo y protección de nuestros recursos naturales, en especial esta zona, La Cuenca Alta del Río Orituco, y al Igual que el Geógrafo Juan Carlos Avílan, y otros grupos de personas del Orituco, apoyo la tesis de la Ampliación del Parque Nacional Guatopo, como una medida que garantizaría la recuperación de la misma, Sin embargo, mientras se espera que se materialice esta lucha, en reiteradas ocasiones he dicho que el mal que aqueja esta área es la ganadería, y con impotencia aprecio que, posiblemente en lo único que ha servido la implementación del proyecto, ejecutado por la alcaldía en esta área, es haber ayudado al poder adquisitivo de algunos pobladores en la adquisición de ganado vacuno e incentivar la penetración de nuevas personas hacia esta zona, con los resultados negativos de nuevas talas, conucos o rozas, que se suman a las ya existentes. Es por eso que reitero que una medida a tomar en esta cuenca es ejecutar, por lo menos, las medidas que se encuentran establecidas en el decreto del Plan de Ordenamiento y Reglamento de Uso de la Zona Protectora de la Cuenca Alta del río Orituco. Que este venidero 05 de Junio cumplirá 16 años de letras muertas. De lo contrario estaremos ante una Utopía ambiental.

Tala en el Sector del Zanjón de Caramacate
Cada día se presentan incendios en la Cuenca Alta del Río Orituco
El Zanjón de Caramacate
La tala y la quema. Zanjón de Caramacate

domingo, junio 01, 2008

TODO UN DIA DE SOL.

Por

Susana Del Rosal


                                Señor Sol, buenos días, ¿cómo se siente hoy?,
                               ¿están muy calurosos los prados de El Señor?,
                               ¿se quejan las estrellas porque no se ven bellas?,
                               ¿le dicen que sus rayos opacan su esplendor?;

                                Señor Sol, no se enoje. A mí me alegra verlo.
                                Las flores de mi patio le mandan a decir
                                que están más perfumadas cuando usted las visita:
                                la dalia, el crisantemo, la rosa y el jazmín.

                                Y yo estoy muy contenta porque cuando viene
                                puedo estrenar mi nuevo sombrero tricolor.
                                Siga paseando el cielo. Saludos a la Luna,
                                que a ella y las estrellas, también las quiero yo.

                               ¡Hola, señora Luna!,
                               ¡Hasta mañana, Sol.


                                           Hasta luego,
                                                            Susana.
                                .

Bajo las nubes

Por

Susana Del Rosal


  Su juguete más caro. Revoloteaban dentro de la casa,

felices de ser libres. Su hermoso trinar era la más dulce

melodía, cuando se posaban confiados en sus sucias manitas de

chiquillo de barrio. Eran sus pájaros, habían comido en su plato

y dormido en su lecho cuando de tan chiquitos se quedaban

embobados en cualquier parte. Ahora, sus fuertes alas de animal adulto los impelían a mayores horizontes, más allá de las nubes

y las matas del patio, más alto aún que sobre su enmarañada cabecita llena de sol y de lluvia...más lejos todavía que el

alcance de su traviesa sonrisa desdentada.

      -¡Epa, compadres!- los instaba a volar, y luego al verlos

volver a él, los reprendía:

      -¡Ah, pájaros bien zoquetes, carrizo!- pero dentro de sí

estaba orgulloso de su posesión, de su confianza, de aquella

sensación plena, grande, en el pecho.

      Y un día llegó el circo. Por la angosta calle vió desfilar

las multicolores carretas y el estruendoso corretear de los payasos. Había un elefantote con collar de plumas y un burro que

bailaba cuando el señor del sombrero hacía sonar un tambor.

      Entonces, el vacío de su bolsillito le estrujó el corazón. La

gente pasaba con gran alboroto. Iban al circo. Los muchachos

del frente, la señora de al lado...el musiú del abasto. Y los

grandes ojos de Juan Luis, ilusionados con la nueva diversión,

contemplaron con fijeza a los pajaritos.

      -¡Esos bichos valen rial, compadre!- porque la doña donde

su mamá trabajaba le había dicho que se los vendiera y él

nunca había querido...pero ahora...claro que se entristecía de

repente al pensar en ellos, mientras iba al circo con los diez

bolívares en su apretada mano, pero el pensamiento se desipaba con los carritos, el payaso y las cotufas calientes -¡sabroso!- y se llenaba la boca a puñados, mientras el burro decía que sí

con la cabeza.

      Esa noche soñó que el elefante se reía de sus pajaritos

al verlos encerrados en la costosa jaula de doña Petra, y

asustado se despertó en la madrugada. La casa parecía muy sola, muy callada. Se paró y se paseó por todo el patio con una

gran tristeza dentro de sí. No tenía ya las cotufas...el circo se había ido, y su soledad era quizás más grande que nunca.

      Al amanecer llegó donde la doña a ver a sus pajaritos. Seguían siendo suyos porque así lo sentía. A lo mejor podía

conseguir dinero y devolverlo para deshacer el negocio, ¡qué

caray!

      -¡Epa, compadres!- gritó desde la puerta.

      -¡Ah pájaros bien zoquetes, carrizo!-

      Pero la jaula estaba vacía. No se oía nada, ni siquiera

su trinar bajo los árboles, sobre las cabezas.

      Y la señora Petra, desde la cocina:

      -¡Qué va, Juan Luis, esos bichos como que estaban

enfermos...se me murieron, pues!-