sábado, abril 15, 2006

¿Que Paso en Macaira?

Tomado de http://www.el23.net/

¿Qué paso en Macaira, pueblo tranquilo por naturaleza, de brisa, valles y ríos frescos; población de verdes paisajes escondida en las montañas de Guárico?
Una tarde sus habitantes fueron sacudidos por la llegada de los hombres del Presidente.
- Llegó el Ministro- Era la noticia que corría de boca en boca entre sus más de 2.500 habitantes. Y es que este pueblo guariqueño, junto con su legendaria hacienda La Elvira, había sido declarado Núcleo de Desarrollo Endógeno por el presidente Hugo Chávez. Había llegado la Revolución a Macaira de manos del Ministro Elías Jagua y su equipo de trabajo. Pero no sólo la revolución estaba presente. En menos de lo que canta un gallo cientos de hombres, representando a decenas de las más diversas instituciones, militares, INCE, SUNACOP, MINEP, movimientos populares, CIARA, equipos de diferentes universidades y un sin fin de instituciones gubernamentales aparecían por doquier y fueron tomando sus espacios, sus calles empedradas, en las posadas, escuelas y cuanto lugar sirviera para una reunión, un taller o simplemente estar y mirar. En poco tiempo el pueblo hervía en reuniones.
Todos los días, como promedio, se realizaban 5 reuniones diarias “estériles” como las definió uno de sus habitantes. No había manera de que las diferentes instrucciones del Gobierno presentes en la zona se pusieran de acuerdo. Todo empezó por la Elvira. Hacienda cafetalera de los tiempos de la colonia, situada en los predios del Parque Nacional Guatopo y la cual ya era noticia a nivel nacional, pues el presidente la nombraba permanentemente en sus alocuciones.
La infraestructura de la Elvira empezó a recibir los cariños que les permitían el presupuesto designado por el gobierno bolivariano para su remodelación. Decenas de macaireños habían sido incorporados a las faenas diarias como obreros. Ya aquí las cosas empezaban a marchar mal. La línea era cooperativas, no obreros. Pero en fin, el proyecto siguió adelante.- Después vamos con el pueblo- prometían los altos encargados por el Ministro y así fue. Y les hicieron falta más obreros, más no cooperativas.
- No hay tiempo -decían algunos -Viene el Presidente. Este pueblo no está preparado para las cooperativas y sería un atraso- decían otros. Y así la nomina de obreros crecía. Y la de los contratistas también. El pueblo en quince días fue pintado tres veces de colores diferentes, dándosele prioridad siempre, claro está, a las clases más pudientes, el Gobernador Manuitt, quien nunca se había interesado por Macaira sorpresivamente manda a asfaltar la carretera, perdón, el tramo que recorrería el Presidente desde Macaira a la Elvira.
¡Pero que molestia! La salida del pueblo, que obligatoriamente tendría que ver el Comandante en su recorrido, era la más humilde. Decenas de casitas de bahareque, algunas casi en el suelo albergaban a más de 150 habitantes en medio de precarias condiciones. Y de repente llegaron los albañiles de la Gobernación a frisar los frentes de las casitas de “trabuco” para luego tratar de pintarlas. Detrás de éstas, una niña hacía sus necesidades en el patio por no tener un baño para ello. Ninguna lo tenía. -Mi casa siempre será un rancho aunque la pinten bonita -exclamó un padre de familia entre resignado e indignado. Al final les fueron entregadas las latas de pinturas a los humildes habitantes para que ellos mismos pintasen su casa. A estas alturas, ya los habitantes atónitos y agotados empezaban a perder la paciencia.
-No sabemos qué hacer, no sabemos a quién oír y creer -exclamaba una lugareña que hacía sobrehumanos esfuerzos por estar presente en todas las reuniones. De repente empezó a surgir una Contraloría Social natural, por necesidad y se empezaron a descubrir cosas. Pero estaba próxima la venida del Presidente al pueblo. No era conveniente hacer reclamos. Total, el pueblo ya iba por su cuarta pintada de fachada, la plaza, aunque ya se observaba que los trabajos habían sido de baja calidad, lucía bonita. Había obreros en la iglesia, el parquecito, tres columpios y una rueda. Ya llegaba un mes en reparación y lo mejor, le habían hecho unas escaleras que no conducían a ningún lado. Y el tramo que llevaría al Presidente hasta la hacienda La Elvira estaba listo. Gracias a Dios no tendría que entrar por Altagracia ya que hubiese tenido que sortear mas de 150 baches y huecos a todo lo largo de la vía. Trabuco, el barrio humilde, ya lucía mejor cara y el Presidente no tendría tiempo de pasar al patio de atrás de las casas en donde los niños descalzos jugaban con la basura. O a la casita que le mandó construir Manuitt a la dos personas más ancianas del pueblo y la cual nunca entregó, ya que nunca la terminaron.
Y llegó el día en que vendría el Presidente. El pueblo estaba desbordado, era tanta la multitud que los lugareños no se reconocían entre ellos. -¡De dónde salió tanta gente extraña, Dios mío!- exclamaba un vecino con su recién estrenada franela donde se podía leer “soy guariqueño”.
Y llegó el helicóptero, pero el Comandante no vino. Se fueron las ilusiones de ver al Presidente y con ellas las instituciones, las máquinas que trabajaban en la vía. Se acabó la pintura y las nóminas de obreros, el parque a recién inaugurar, la rueda y los tres columpios. Perdón, me falto un tobogán. Y al final, tampoco se formaron las cooperativas. La iglesia quedó a medio restaurar, mientras el friso de la plaza y las aceras ya empieza a agrietarse y a caerse y en las ruinas, los niños casi se bañan en el pozo de agua que se hace cuando llueve, ya que al parecer la arquitecta nunca entendió que era necesario más nivel y menos granito en su remodelación.
Si, se fueron todos y Macaira volvió a la normalidad.

No hay comentarios.: