domingo, mayo 07, 2006

HORIZONTE RURAL ----------- QUETZALCOATL Y LA RESPONSABILIDAD SOCIAL

Manuel Gómez Naranjo
Mail: accicamp@cantv.net

A la altura de los 10 años, Oswaldo Funes: “El Guineo” y yo solíamos jugar al béisbol en los campos de Altagracia de Orituco. En el afán del juego Oswaldo me gritaba: “eslévala po’el suelo”; yo entendía el asunto y le lanzaba la pelota por el suelo. Obviamente, ambos asumíamos en el argot del béisbol, que “eslevar” en vez de ser una deformación de elevar (alzar, levantar) era sinónimo de lanzar (arrojar, tirar); era tan contundentemente claro que ni siquiera sospechábamos que lo que se arrastra no vuela.
Jugábamos pelota en el corral de las vacas de la pequeña finca que mis padres tenían en el llano. En los terrenos de la finca había una treintena de casas campesinas algunas de las cuales eran construidas por la finca para los trabajadores; también era costumbre que cada familia tuviera derecho a un litro de leche diario; y a una ración de carne de los animales que se sacrificaban en algunas fechas del año. Adicionalmente mi mamá cobijaba temporalmente a las adolescentes embarazadas echadas de sus casas y socorría con medicinas y transporte a los enfermos. Ahora bien, en la comunidad no había escuela, así que mis padres construyeron una, la institucionalizaron con el Municipio y mi hermana asumió las funciones de maestra por 6 años de manera voluntaria; de esta forma se redondeó intuitivamente un programa de responsabilidad social empresarial.
Estoy seguro que mis padres nunca escucharon la frase responsabilidad social empresarial, pero si la vivieron intensamente a partir de la consideración del “otro” desde el descubrimiento de su propia humanidad. Descubrir la humanidad es reconocer la coexistencia de lo angélico y de lo diabólico, de lo aéreo y lo terreno, de lo espiritual y lo corpóreo; es reconocer que una misma persona puede tener actos egoístas y benevolentes, y que esa, es la materia esencial de la humanidad.
El mito Azteca del Quetzalcóatl resume de manera magistral esta noción de humanidad ya que su representación más conocida es la serpiente emplumada, es decir un animal que se arrastra pero que puede volar. Quetzalcóatl es el origen de la expresión mexicana Cuate, que significa: amigo, esto es: dos que son uno, lo distinto que es inseparable, lo contrario que se complementa, lo divino eternamente contaminado de humanidad y lo humano pugnando por acceder a la perfección.
Hace poco me conseguí a Oswaldo, tiene una familia, un empleo, una casa, un carro y es un hombre básicamente feliz, me comentó: “todo lo que soy y lo que tengo se lo debo a la escuelita de la finca”. Pensé, entonces, en el enorme poder de la educación para la generación de capacidades; pensé en todo lo que podrían hacer los empresarios del campo si acometieran con alegría iniciativas de responsabilidad social empresarial; pensé en cuanta gente podría redimirse a si misma salvando a otros de la pobreza.
No lo sabíamos, entonces, pero ese “eslévala po’el suelo” de Oswaldo era la anunciación de la paradoja de Quetzalcóatl, la paradoja que vivíamos en la finca de mis padres, era el trabajo duro y responsable y la escuela que nació desde la inspiración de unos seres que tenían, literalmente, los pies en la tierra y la mirada en las estrellas.

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