domingo, noviembre 05, 2006

ENOC: Yo estoy con el Señor y el Señor está conmigo

El sopor de la noche que relentea los ánimos de los habitantes de los pueblos del Orituco fue roto de pronto por el sonido de un disparo. Pocos se inmutaron, acostumbrados ya a ese fatídico ruido, antes solo común en las faenas de cacerías y hoy presente en el subconsciente de los pobladores. Sólo la lenta calma fue sacudida cuando un vehículo con placas de taxi se estrelló contra una vivienda ubicada a la salida de San Rafael. Los curiosos se hicieron presentes. Los rostros incrédulos no daban crédito a lo que veían, mucho menos a lo que escuchaban. En el interior del carro, un hombre desconocido pedía ayuda para bajar un cuerpo sin vida. Decía que había tenido que dispararle al taxista porque lo quería robar. Sin embargo, cuando la impresión pasó un poco, los allí presentes descubrieron con terror que el hombre con una herida de bala tenía un rostro conocido. Una cara que al menos una vez al mes y por más de seis años, había visitado los hogares del pueblo para tomar la lectura de los medidores de la electricidad o para entregar los recibos de la luz. Si, era Enoc Aguiar, un muchacho trabajador que, en busca de un futuro mejor para sus hijas y su esposa, dedicaba su tiempo libre a las labores de taxista, además de dedicarse a la docencia.

En medio de la confusión, el sujeto armado logró escabullirse sin ningún problema. Todos estaban tratando de ayudar al amigo herido, quien fue trasladado a un centro asistencial pero ya la muerte había hecho su trabajo.
Fue una vida inocente más que arrebató la inseguridad que se ha apoderado de Altagracia y sus pueblos circunvecinos.

Las estadísticas muestran un alarmante número de taxistas víctimas del hampa para ser despojados de sus vehículos. Por eso, esta muerte fue el detonante que dio rienda suelta a la frustración, convertida esta vez en violencia, ante la poca o ninguna respuesta efectiva de los cuerpos de seguridad y mucho menos de las autoridades “competentes”

Transportistas públicos y particulares se unieron en una acción de protesta. Con barricadas de cauchos quemados cerraron los accesos a la población. En un acto desesperado buscaron respuestas en la máxima autoridad del Municipio, Carlos López Garcés, pero al encontrar el vacío, el silencio cómplice y la incapacidad, se desbordó la ira. Papeles, artículos de escritorio, computadoras, cuadros, puertas y todo lo que se aparecía en el camino de los manifestantes fue arrasado y quemado frente a la Plaza Bolívar. Una acción nada plausible, como ninguno de los actos de violencia que salgan del hombre, pero que esta vez era el clamor de todo un pueblo que exigía justicia.

Sin embargo, El Sr. Alcalde, en una declaración desafortunada a los medios de comunicación que se hicieron presentes, solo se le ocurrió hacer un poco de historia y culpar a los 40 años de la Cuarta República, de la inseguridad que mantiene en jaque a los pobladores de la regiòn, olvidando los años que tiene al frente del ayuntamiento gracitano y lo poco o nada que se ha hecho en materia de seguridad. Pero esto no fue todo, como una guinda que completó el desastre de su comentario, señaló que la víctima fatal “era un taxista pirata”, acompañado de un grito de proselitismo político fuera de todo lugar: “Viva Chávez…Viva Chávez”. Acto que ni siquiera fue secundado por los acólitos que lo rodeaban.

- El no era ningún pirata, estaba por lo legal, aseguró a Orituco.com, la Sra. Sofía de Aguiar, madre de Enoc. El tiene todos sus papeles en la línea de taxis Guaiqueríes. El Alcalde que verifique antes de emitir juicios. Tenía todas sus mensualidades al día, el carro era de su hermano y él trabajaba como avance. Yo esperaba una palabra de aliento por parte del Alcalde, pero ni siquiera dio la cara.

Esto lo decía mientras estrujaba un pañito con el que se secaba el sudor y minutos antes las lágrimas de dolor por la pérdida irreparable de su hijo mayor. Su hermano Elimelec fue más radical al agregar:

- Sólo dos días después de haber metido la pata hasta el cogote fue que el Alcalde envió condolencias a los familiares a través de la radio. El Alcalde tiene que ver, o es que se quiere hacer el ciego? Es que no vio la caravana de taxis que acompañò a Enoc. El quiere hacer de esto un acto político para su propio beneficio. Por ahí salió diciendo en Guaraña que fue la oposición que fue a la Alcaldía, la invadió y la destrozó. ¿Por qué no dice que fue la gente amotinada por lo que le pasó a Enoc? Lo que pasa es que ese carajo es un incompetente que no tiene capacidad para nada. Si tuviera capacidad no hubiera dado esas declaraciones a RCTV. Y es que, en dado caso que mi hermano hubiese sido pirata, ¿es que los piratas no tienen derecho al trabajo? ¿No tienen derecho a la vida?

Una muy buena reflexión que se quedó sin respuesta, no así la reacción del Alcalde quien a los pocos días publicaba en el diario oficialista VEA un extracto de su biografía. ¿Sería para tratar de limpiar su nombre?

Mientras se hace la justicia que esperan los familiares de las víctimas de la inseguridad, los deudos de Enoc recuerdan con cariño su tránsito por esta vida.

- Recuerdo el día de su graduación de bachiller. Estaba en el campo, en Punteral, ayudando a su papá y llegó tarde. Debía estar antes de las 7:00 pm para recibir el título porque era el primero que iban a llamar por el apellido Aguiar. El estaba apurado, no se había afeitado, cargaba ese pelo largo. Nos vestimos rápido y nos fuimos. Él estaba feliz.- Comentó la madre.

- Después se graduó de TSU en el Colegio Universitario de Caracas y estaba sacando la licenciatura en la Simón Rodríguez.- Dijo Miriam Estanca de Aguiar, su esposa y compañera de vida, con orgullo de mujer enamorada.

- El trabajaba mucho, así rapidito. Parecía un tucusito. Agregó la Sra. Sofía. - Mis otros hijos decían que tenía preferencias por Enoc, pero no era preferencias, es que él estaba en todo. Venía en las mañanas para saber cómo estaba, cómo había amanecido, si necesitaba algo. Le alcanzaba el tiempo para todo. Si se dañaba una licuadora, una plancha, un ventilador, se la llevaba y la arreglaba. Su moto la desarmaba y la volvía a armar. Le metía a la mecánica, a la albañilería, a la carpintería, a la herrería. Enoc decía: “todo lo que se aprenda es necesario. Uno no debe hacer las cosas porque le gusten, sino porque cada cosa que uno aprenda es necesaria y hay que saber vivir, a mi nadie me ha tirado un golpe, a nadie le he hecho daño, ni nadie me ha hecho daño a mí.”
Yo estaba preocupada, porque Enoc trabajaba mucho, demasiado. Yo le decía que debía estar más tiempo con sus hijas, con su esposa, con Dios, que debía congregarse más en la Iglesia. Pocos días antes de que pasara lo que pasó, él me dijo que no me preocupara, que él iba a trabajar más calmado, que él estaba con el Señor como el Señor con él, aunque no lo vieran metido en el templo, que el salmo 23 estaba siempre en su cartera y que en su carro siempre iba el Nuevo Testamento y lo leía cada vez que tenía tiempo.

Hoy, su mujer, sus dos hijas, su madre y hermanos piden que se haga justicia y que este caso no pase a engrosar a un más la larga lista de los crímenes que quedan impunes en este país.
Evelin Antolinez

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