lunes, marzo 10, 2008

LAS FRONTERAS CALIENTES

Aldemaro Barrios Romero
venezuelared@gmail.com

Pedro, un amigo periodista me dice: “Yo creo que lo de Colombia no va pasar de allí, es la guerra del micrófono”. Yo le dije puede ser, le doy el beneficio de la duda, pero de que antes había estado tan tensa y caliente la frontera colombiana por todos lados, de manera simultanea es nuevo.

Lo que si está claro es que Uribe juega con fuego amparado en el respaldo del poderío militar estadounidense, de sus aventuras planificadas y esta vez con armas sucias, rastreras, utilizando personajes oscuros y siniestros como voceros, para no aparecer él como actor principal sino de reparto, me refiero primero a Uribe y luego a Bush

Hace poco el diario el Tiempo destacó un reportaje sobre el uso de serpientes venenosas para hostigar prisioneros, torturados para luego ser exterminados por paramilitares colombianos y que estas muertes no aparecieran como masacres por lo que serían denunciados y descalificados en el opinión pública.

Esa práctica aunque, con un método más perverso, es la que está utilizando Uribe, y que le dio justificación a la descalificación de los militares colombianos en el espectro internacional por los usos de masacres contra el pueblo colombiano que hoy han heredado los llamados paramilitares, sólo que ya es muy evidente.

El gobierno Colombiano ahora necesita posicionarse como víctima y necesitará unas cuantas serpientes venenosas para hacer creer al mundo, a través de los sunamís mediáticos, que lo que se trata es de la paz y que “los que quieren la guerra son los que apoyan a la FARC y los que mueven sus tropas hacia nuestras inocentes fronteras”.

Contradictoriamente las órdenes de Washington es atacar y seguir atacando el proceso de paz y acuerdo humanitario porque ha debilitado la torpe gestión de Uribe en el cumplimiento de las órdenes emanadas desde las mesas de análisis que hoy asesoran a su gobierno y especialmente al Ministerio de Defensa Colombiano, ubicados en las bases norteamericanas destacadas en territorio colombiano.

Los llamados contratados, que para nuestro español, son mercenarios, serán quienes le darán los resultados de los análisis que anuncio el jefe de la policía colombiana y quienes tienen montado juegos de guerra en ordenadores pagados por el Plan Colombia financiados como sabemos por el Gobierno de EEUU.

Una de las estrategias de ese juego de guerra es la provocación y en ella no debemos caer sin desproteger nuestra soberanía, la otra es la constancia y persistencia de la guerra de baja intensidad con mentiras y patrañas rastreras a través de los medios, dirigidas a confundir y tergiversar inteligentemente los pueblos del mundo. Es decir están preparando el terreno para una acción más contundente.

Ustedes pueden imaginarse a esos “contratados” practicando el videojuego de la guerra en la región, cualquier cosa puede resultarles, cualquier aventura o locura que los ponga en la línea de las estrategias del Pentágono, cualquier cosa. El camino esta trazado, solo les falta esperar, pero vienen por el objetivo, neutralizar a Venezuela, Ecuador y Bolivia y sus gobiernos revolucionarios y paralizar el proceso de emancipación regional.

Por ello, amigo Pedro, decir que la crisis no pasará de allí es una ingenuidad, porque aquí lo que se está jugando es el destino de los recursos petroleros de Venezuela y Ecuador y el aseguramiento de los recursos de una región para suplir el mercado norteamericano en los próximos cien años. Es decir la sobrevivencia del imperio.

Se trata de un Plan, con objetivos claros y definidos, yo también quisiera pensar que se trata de una crisis coyuntural, pero me temo que no es así y que lo que se quiere en el futuro inmediato es generar un conflicto armado para justificar el llamado del Consejo de Seguridad de la ONU y luego anunciar una intervención multilateral donde por supuesto los gringos tendrán el papel protagónico para recomponer la región y lanzar el grito de ¡alboroto! El más fuerte se queda con todo.

Pareciera un juego de niños, y es un juego, pero de guerra y de las más sucias.

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