lunes, marzo 24, 2008

GUARIBE CASI 7 MESES DESPUÉS

Luis Esteban Rojas
luisero@yahoo.com

Debo comenzar este artículo disculpándome con quienes han tenido la disposición de leer mis escritos --publicados gracias al apoyo de quienes dirigen La Prensa del Llano y de un baluarte de este diario en el Orituco y áreas circunvecinas, como lo es el colega y amigo Román Padrón--, pero sucedió que como damnificado por la inundación del pasado 30 de Agosto, entre las cosas que perdí estuvo mi computador, y todo ello me afectó no sólo en el aspecto cuantificable desde el punto de vista económico sino también en el anímico.


“Hoy vuelvo de nuevo al canto, como el tucuso a la flor” –parafraseando expresiones del canto popular— con el apoyo de mi hermano Miguel, quien se desprendió de su máquina portátil para cedérmela y poder él, entonces, continuar leyendo estos artículos incluidos en las páginas de este tradicional diario guariqueño, ahora mejorado radicalmente en su presentación y contenido, lo cual debemos reconocer entre las cosas positivas ocurridas en estos tiempos.


Sin embargo, no puedo decir lo mismo de mi maltratado pueblo, cuando han transcurrido casi siete meses de haber ocurrido aquel fenómeno natural en el cual intervinieron factores ubicables en el problema ambiental global y también del atentado contra la ecología que se ha venido cometiendo desde hace unos 200 años en las partes altas del Municipio, donde están las nacientes de los cauces de agua que conforman el río Guaribe, el cual nace justamente en el propio centro poblado, con la confluencia de “Quebrá Colorá” y Guaribote, en primer lugar, para unirse unos cientos de metros aguas abajo con el Guaribito, todos ellos provenientes de las serranías ubicadas en la parte norte.


Lo primero porque, según los estudiosos de los fenómenos naturales, la riada fue causada por el paso de una tormenta de esas que ahora abundan, concentrada en su acción en esa parte de este territorio donde los bosques han sido diezmados para el aprovechamiento irracional de la madera y la conversión de esas áreas en zonas de pastoreo de ganado, con el aditivo de la construcción de lagunas sin ningún estudio previo.


Sólo hay que imaginarse el desprendimiento de un gran volumen de agua desde una altura cercana a los mil metros sobre el nivel del mar, en forma abrupta, en pendiente con un trayecto de unos quince kilómetros, hasta unos 250 metros sobre el nivel del mar, sin árboles que contengan ese torrente. Y eso fue lo que ocurrió...


Y esa desgracia fue seguida por otra: nuestra población fue sometida entonces a la acción depredadora de agentes politiqueros disfrazados de revolucionarios, quienes nos convirtieron en campo de batalla de su disputa por el control del aparato estatal, atentando contra la dignidad de nuestros vecinos, sin aportar soluciones de fondo, hasta el punto de que a estas alturas todavía hay personas de la tercera edad, niños y mujeres, viviendo arrimadas o en refugios “provisionales”, igualito que en la llamada Cuarta República… Han transcurrido casi siete meses… Y llegó la campaña electoral…

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