jueves, mayo 04, 2006

EL DIABLO SUELTO DE SAN RAFAEL

A: Pedro Soler

Algo pasaría aquella noche en San Rafael, un tranquilo pueblo del Valle del Orituco. Así lo presagiaban la llovizna madrugadora y los grillos trasnochados de aquel Viernes Santo.
- Tal vez muera un viejo-decían unos.
- Tal vez aparezca la Sayona- decían otros.
Pero ninguno podía figurarse que el mismísimo diablo visitaría al pueblo antes de que saliera el sol.
Ese día la oscuridad hizo su reinado más temprano que de costumbre, porque un trueno aceleró las tinieblas que normalmente se apoderaban del lugar a las 10 de la noche, cuando apagaban la planta eléctrica.
En los catres, lechos y chinchorros los sueños se revolcaban inquietos a la espera del amanecer.
Las parejas que intentaban dormir evitaban tocarse y postergaban el deseo hasta el Domingo de Gloria para poder “romper la olla”.
Sólo un pequeño grupo no esperaba los primeros albores para encender la jornada, prohibida por los mayores por ser Viernes Santo. Desafiaría la penumbra para encontrarse a las cuatro de la madrugada en la Plaza Bolívar.
La oscuridad era la única dueña del lugar, así como de los pensamientos de Rosita Díaz, la eterna quinceañera del pueblo. Con un cabo de vela en la mano se dirigió a la puerta, no sin antes persignarse ante la imagen de un Corazón de Jesús que descansaba en una repisa. Se detuvo un instante para pedirle perdón a Dios por tener que trabajar justo en un día como ese. Desde niña le habían inculcado que los días santos eran días de guardar porque se le lastimaban las heridas al Señor.
Antes las exigencias religiosas se impuso la obligación. Y es que desde el miércoles permanecían en los galpones, los bultos de tabaco arropados con fardos para que no perdieran la humedad.
Así fue que decidieron olvidar por un rato los prejuicios y trabajar medio día, de paso, unos realitos nunca caían mal.
Dejando en el zaguán su angustia y la vela, Rosita se enfrentó a la soledad de la calle.
En la esquina de Venancio la esperaban su hermano Miguel, Sofía y Pepe Latrónica. El grupo crecía a medida que avanzaban rumbo a la Plaza. Se identificaban con un silbido. En Canta Rana aguardaban Anita Pedrique junto a Chita Soler, en Agua Fría, las Romero y las Cedeño, en Mandilito, Manuel Santana y las Marrero.
Los pasos y los ladridos de los perros alborotaban las sombras.
- ¡Ave María Purísima! decían las mujeres:
- ¡El diablo como que anda suelto por aquí! Dijo una voz masculina, y como una letanía repitieron a coro las mujeres:
- ¡Ave María purísima!
Las pocas cuadras que faltaban para llegar al lugar de encuentro se hicieron interminables. Algunos contaban un chiste para aligerar la tensión, sin pensar que lo peor estaba por pasar.
En un costado de la centenaria iglesia esperaba el camión del Musiú Marcelo para llevarlos hasta la factoría.
Ya unos descansaban en los bancos, mientras que el grueso del grupo se asomaba por la esquina de las Ramírez a una cuadra de la plaza.
Cuando la camarilla se disponía a abordar el camión, una carcajada espeluznante rompió la madrugada y heló la sangre de los pecadores. Dos veces más retumbó la macabra risa, pero ninguno se quedó para oírlas. Solo el polvo que levantó el tropel fue testigo mudo de una delgada silueta que se escurría entre las sombras. Sigilosamente ocupó el chinchorro que minutos antes había abandonado. Una traviesa sonrisa se dibujaba en su rostro y desde ya su mente preparaba los versos que leerían en el testamento de Judas, el próximo domingo.
Lo negaré mil veces antes de que llegue el alba, se decía Pedro, parafraseando al apóstol a quien debe su nombre. Y así sucedió, porque no había terminado de salir el sol y ya la noticia corría por doquier. El corrillo aumentaba a medida que avanzaba el día. Los más osados se atrevían a murmurar que eso eran cosas del “Motolito de Carmen Soler”. Mientras los testigos presenciales del hecho malamente contenían las lágrimas cuando contaban cómo el mismísimo diablo recorrió las calles de San Rafael aquel Viernes Santo.

Evelín Antolinez
30-04-2006

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Excelente Evelyn, de esta manera y con semejantes contribuciones a esta pagina, hemos empezado a descubrir la enorme cantidad de talentos pertenecientes al Valle del Orituco.
Un abrazo a toda la maravillosa gente del Orituco donde quiera que esten.

Anónimo dijo...

Hola, Evelyn me gustan todos los articulos y que bonito que Altagracia este el internet y que tu seas parte de ese crecimiento.