Por Betci Salas
betcisalas.ve@hotmail.com
Todos tenemos nuestros propios límites que hemos aprendido en la infancia. Estos dependen de lo que nos haya tocado vivir, tanto en la experiencia con nuestros padres ( en su actuación como en los límites que nos pusieron) como en la interacción con los acontecimientos mas cercanos a nuestro diario vivir.
Aceptamos del ótro tanto maltrato como el que nos damos a nosotros. Como el que sentimos que merecemos. Si, usted se maltrata!. Observe con atención sus pensamientos, sobre todo cuando algo no le sale como esperaba. ¿ Qué se dice? Tal vez frases como: !Que estupido soy! !Siempre me sale mal! ! No sirvo para nada! !Soy un fracaso! Es mucho mas fuerte el castigo que nos propinamos nosotros que el que aceptamos de los demás.
Que diferente si usted se regalara frases como: !Hoy no salió como esperaba pero mañana será mucho mejor! Estoy aprendiendo, cada día lo hago mejor! ! Cada obstáculo que se me presenta es para avanzar y crecer! Se siente diferente cuando nos hablamos con cariño y consideración, ¿verdad? Entonces, no es la otra persona que nos maltrata, somos nosotros que premitimos que el otro lo haga, siempre de forma proporcional al que nos damos nosotros mismos.
Si en su trabajo usted siente que su jefe le exige demasiado; que está abusando de usted, ¿Por cuánto tiempo piensa continuar en esta situación? Hay quien se queda en la incomodidad quejándonos permanentemente sin darse cuenta de lo que está sucediendo. Hay quien toma la decisión de irse a otro trabajo con la idea de que allí será diferente. Sin embargo al poco tiempo como por arte de magia surge un representante del antiguo jefe y vuleve a sentirse sobreexigido y abusado. Vamos repitiendo las mismas situaciones.
Tenemos el ejemplo de una mujer casada con un hombre borracho y peleador, cansada decide separarse. Despues de un tiempo rehace su vida de pareja, y no tarda mucho en darse cuenta que este marido tambien es borracho y peleador. Tal vez esta mujer en su infancia vivió el alcoholismo y los maltratos de su padre, por lo tanto continua recreando la misma situación que élla conoce muy bien. Y así será hasta el infinito.
La única manera de sanar, de cortar con estos eventos, es ir dentro de cada uno de nosotros, de tocar nuestras heridas abiertas, limpiarlas y curarlas, aunque duela mucho o poco. Entrar en nuestros dolores, sentirlos, sanarlos y recobrar la vida.
Es darnos cuenta de nuestra historia, de los acontecimientos que nos marcaron en nuestra infancia, que posiblemente muchos de ellos esten guardados en el subconsciente. Es responsabilizarnos por nuestra vida. Es que te des cuenta que tu vida es tuya, que no le pertenece a otra persona, es tu responsabilidad, porque es tu vida. Es tu cuerpo.
Manos a la obra. Grande y simple
lunes, julio 14, 2008
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